El corredor en el centro y la importancia del toque humano
Los computadores, robots e inteligencia artificial en general son increíbles. A estas alturas ya hacen muchas cosas por nosotros y nos ayudan en prácticamente todo. Bueno, así como que todo, todo… no. Las decisiones más importantes las seguimos tomando nosotros, a la hora de los quiubos, cuando las papas queman y toca poner las manos al fuego, todavía somos capaces de considerar y evaluar más información o ángulos que un computador. No digo que seamos más inteligentes o no. De hecho, muchas veces las decisiones más importantes las tomamos de “guata”, y no tanto de cabeza.

Los seguros son herramientas que pueden ser muy sofisticadas y, más aún, bastante abstractas. Por dos razones muy simples, primero, los humanos no somos muy buenos para asignar una probabilidad muy realista a eventos que no queremos que nos pasen. “A todo el mundo le pasa, pero ¿a mí? No creo”. O al revés, “no conozco a nadie que se haya ganado la lotería, pero hoy me siento con suerte”. No es muy racional la verdad. Y segundo, somos aún más malos cuando estos eventos son en el futuro. Por lo tanto, no es tan natural o intuitivo tomar la iniciativa de contratar un seguro y hacerlo bien, con todas las coberturas que uno necesita(rá).
Si a esto le sumamos que un seguro es un instrumento financiero complejo y altamente regulado, esto se hace más difícil todavía. Las personas que conozco que se hayan leído completamente las cinco cotizaciones de pólizas para elegir minuciosamente cuál es la mejor las puedo contar con los dedos de una mano. Y de estos pocos, ninguno entendió mucho.

Pero volvamos a los robots. Cuándo decides asegurar tu casa, tu mayor posesión, donde has vivido toda tu vida, tienes los mejores recuerdos familiares, has comido y bailado, y donde te gustaría envejecer, ¿le pedirías asesoría a un robot? Más aún, si en el (muy) poco probable evento de que te caiga un meteorito en tu casa (sí, el mismo que contamos en el post anterior), en la mitad de la noche, y desde la calle ves cómo se incendia tu casa, ¿llamarás al robot para saber qué tienes que hacer? Probablemente no.
Los robots nos pueden ayudar con los seguros más estándar, donde no hay mucho que decidir. Eso sin duda alguna. Pero para todos los demás, es mejor estar en buenas manos. Y los robots, bueno los robots no tienen manos. Los humanos, sí 🙂

Como bien dice el dicho, “pastelero a tus pasteles”. Si necesitas asesoría legal, llamas a un abogado. Si se te rompió una cañería y se inunda tu casa, llamas a un gásfiter. Y si necesitas asesoría de seguros, llamas a un corredor de seguros. El toque humano es y seguirá siendo indispensable. Por eso, en NICO ponemos al corredor de seguros en el centro de nuestro universo. Y alrededor, lo acompañamos con toda la tecnología que hace su trabajo más fácil y eficiente. Así, podrá encontrar la mejor protección para cada cliente. Al final de cuentas, la tecnología debe ser un complemento de la componente humana que aporta el corredor, y no un sustituto.
Más importante aún, en NICO trabajamos para que el corredor pueda dedicar su tiempo a donde más agrega valor: vendiendo y atendiendo a sus queridos clientes. Más de esto en nuestro próximo post.